miércoles, 30 de agosto de 2017


 El peine de la madrugada
se desliza suavemente
sobre el cabello solitario de la calle



Alejandro Martínez Lira
(Publicado en  En la garganta del insomnio, México, Versodestierro, 2007 (Col. La Cenizas del quemado, 8)

martes, 29 de agosto de 2017

Humanismo


Sé que el humanismo no es erudición, sequedad, apatía y arrogancia. Sé que el humanismo no desarrolla una mentalidad, por decirlo de algún modo, sádica y masoquista. Entiendo que al humanista no le gusta humillar a otro ni mucho menos ser humillado ni gritoneado. Entiendo que el humanista actúa según su conciencia, su razón y corazón. No es un espectador. Dante participó activamente en la política florentina. Como güelfo blanco, y opositor al Pontífice Romano, fue condenado al exilio por los güelfos negros. Tanto Dante, como Petrarca y Boccaccio no tenían un espíritu conservador. Los tres cuestionaron las ya tediosas enseñanzas de la escolástica medieval. Mostraron que el ser humano no es un receptáculo de pecados sino un universo por explorar, un ser digno. Con la Comedia de Dante, la humanidad es capaz de alcanzar la divinidad gracias al conocimiento, con la guía de los clásicos, representado Virgilio, con la guía del amor, representada por Beatriz. Beatriz no es la teología: La Comedia es un poema de amor. 
 

El humanismo no es apatía ni neutralidad. Tampoco es academicismo. No pocos académicos, a nombre del “conocimiento” y de los buenos funcionamientos de las instituciones que los sustentan, niegan el humanismo. No con cierta sonrisa, recuerdo la actitud de las academias españolas durante la invasión napoleónica a principios del siglo XIX. Pocos académicos fueron los que se mantuvieron congruentes, ya que mayoritariamente, de un día a otro, según el bando que fuera ganando, pasaban de alabar a José Napoleón, a alabar a Fernando VII (efecto, dicho sea de paso, similar al de algunos con las becas, por ejemplo, de CONACULTA). ¿Qué quedó de aquéllo que escribió Terencio en su Atormentador de sí mismo? ¿De Aquello de “Homo sum, humani nihil a me alienum puto”? ¿“Humano soy y nada de lo humano me es ajeno”? ¿Puede mantenerse ajeno un humanista ante los miles y miles de muertos, los miles y miles de desaparecidos que vemos hoy en los rostros de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, por ejemplo? ¿Ajeno ante el trágico número de feminicidios en este país? ¿Ajenos ante tanto dolor e indignación? ¿Humanistas indignados porque las Universidades cierran como acto de protesta y solidaridad con otros seres humanos? ¿Indignados, no contra las injusticias, sino porque se pinta en los muros de edificios que representan el poder, el autoritarismo y la corrupción? ¿Por vidrios rotos de bancos? ¿Por salir a la calle y gritar: justicia? 
 

El humanismo, cuando sale de las aulas, cuando de los libros se va hacia las calles, hacia las sierras, hacia la humanidad, vaya que es incómodo; el poder, hasta del apelativo de humanista despoja y da el apelativo de “vándalos”, y quizás no están tan equivocados, pues fueron los vándalos quienes se rebelaron contra el poder romano, quienes vencieron un imperio que los humillaba, que los despojaba, que los asesinaba. Sé que por algún lado aún existe el humanismo. Sé también que el humanismo se destierra a diario, incluso, de las universidades, para ser suplantado por “humanistas” complacientes, generados por los modelos de la televisión, es decir, “humanistas” de esta economía de mercado.

Alejandro Martínez Lira



lunes, 28 de agosto de 2017

Me cerco con estas letras que te escribo



Me cerco con estas letras que te escribo
para librarme de tu distancia;
para cercarme de tu calor y de todo
lo que la piel es
frente a la lujuria:
                luz
que se desborda desde tu pelo
hasta el nervio más callado que se desata
de mi boca
al silencio agitado de tu vientre;
el encuentro con tu cintura;
el despliegue de mi piel
caliente hasta tus caderas;
creer en la fe de tus piernas entre las mías
y respirar el aroma de tu piel
como el acto más vital de los instantes,
como un mundo que se agita o reposa
en cada fruto del árbol tibio de mi olfato.
Morder los segundos
en tu cuello y en tus hombros;
entregar la sed de mis labios a tus dientes;
entregarme
al vaivén de los ángulos desnudos de tu cuerpo.
Gemir la noche,
               la madrugada,
                            y las horas,
abismarme en tu mirada de tierra que me sepulta,
dejarme conducir sin preguntas ni razones
por tu humedad
tan sabia,
           total
                  y perfecta,
que es brisa,
             que es río,
                         Jordán que arde
y me salva de la culpa tan grave de jamás vivirte.


Alejandro Martínez Lira





sábado, 26 de agosto de 2017

Arte zapatista, impresiones dispersas del CompArte


Muchas expresiones artísticas zapatistas fueron presentadas el 28 y 29 de julio de 2017 en el Caracol de Oventic, Chiapas. El arte pide al creador disciplina y también tiempo. El artista se enfrenta, por lo tanto, a un mundo que no ofrece condición alguna para la creación y, no pocas veces, a vicisitudes que lo mantienen, ya no sólo en un estado económico precario, sino incluso, de desprecio social. No es raro que, en un mundo donde prevalece un sistema de explotación, el ser humano es sólo un producto, una máquina, un número, y sus posibilidades de recreación y de valoración existencial son mínimas para la mayoría, y, en ocasiones, el ejercicio, por ejemplo, artístico, es sólo privilegio de las clases adineradas. De ahí que, en los eslabones de abajo, el artista es una aberración dentro del sistema actual, ya no digamos si además es mujer.

Sabemos que en territorio zapatista se han desarrollado otras formas de relaciones económicas, políticas y sociales, que la explotación prácticamente no existe, que se ha valorizado al ser humano y, por lo tanto, se han abierto las posibilidades de que mujeres y hombres expresen diversos aspectos de sus vidas para comunicarlos a través de diversas expresiones artísticas, como ha quedado demostrado en los dos CompArte por la Humanidad celebrados en Chiapas en el 2016 y en este 2017. Por ejemplo, se han realizado algunas coreografías. El año pasado se difundió el Baile del Derecho a las Mujeres, que se ejecutó en el Caracol de la Garrucha. 

 
La coreografía es acompañada también de música original, con ritmos populares en el Sureste mexicano. Los pasos bien nos recuerdan a algunos de las danzas tradicionales mayas, inevitablemente, me hizo recordar a la Danza de la quema del Diablo, que se realiza en Guatemala. La creación de este baile es parte de una lucha ardua de mujeres indígenas tzeltales que están luchando por su dignidad y sus libertades. Sus luchas ha abierto las posibilidades de desarrollar actividades recreativas y creativas, gracias a su desarrollo económico y al tiempo que ya disponen al librarse de muchos de las obligados trabajos tradicionalmente femeninos y compartir éstos con los hombres.

Se promueve en territorio zapatista el trabajo colectivo y la recreación y la creación colectiva. Y sobre estas últimas algunas y algunos nos ha emocionado, por ejemplo, el Bailable de la Resistencia:


Sin embargo, también encontramos artistas individuales. Conocidos son los cuentos y la prosa poética del Subcomandante Marcos y del Subcomandante Galeano, de calidad literaria indiscutible. Sin embargo, durante el último CompArte por la Humanidad, a finales de julio, en Oventic fue de llamar la atención las magníficas obras plásticas del C. Pablo, de la Región Zoque: dibujos y esculturas de originalidad y gran calidad, con claras influencias de las Vanguardias de la primera mitad del siglo XX, ante todo, del Surrealismo. La metáfora, en general, los fenómenos retóricos del nivel del significado, más allá de su carácter comparativo formal, que más ayuda a entenderla didácticamente, es una síntesis de sensaciones, de emociones, de materia, elementos en apariencia intocables, que el artista une para expresar nuevas formas de sentir, de percibir y entender la realidad. Para el futurismo, el imaginismo, y el surrealismo la metafóra era fudamental. En C. Pablo encuentro metáforas escultóricas y gráficas.

 
Peces, formas antropomórficas, aves, focas, gacelas, integrados con precisión (que nos recuerda aquello de la “irracionalidad concreta” de la que escribía Dalí), y equilibrio, en que las diversidades conviven, como lo menciona el artista, sin embargo, es también una invitación a reconciliar nuestra razón con los diversos aspectos de nuestra naturaleza, de ahí que, en ambos dibujos ,la cabeza está asociada con elementos animales, que simbólicamente nos remite a los aspectos primordiales de nuestra naturaleza. De similar manera sus esculturas expresan similares contenidos:



  

En los dibujos notamos una mayor amabilidad, aquí el autor es menos complaciente, y más cercano a la pesadilla, a los monstruos que habitan en los pensamientos, que combaten con la diversidad de rostros que somos, que, al fin y al cabo, como nos recuerda Fernando Pessoa, no somos uno, sino múltiples personas que nos comunicamos continuamente. C. Pablo, excelente artista zapatista, que explora lo grotesco. Recordemos que lo “grotesco” originalmente aludía a la combinación fantástica de formas vegetales, animales y humanas. Fue hasta el siglo XVIII que lo “grotesco” fue considerado como una categoría estética y en el siglo XX fue bastante desarrollada por los movimientos vanguardistas y diversos artistas contemporáneos.
Expresiones creativas concretas, arte colectivo e individual (porque nunca hay que olvidar que las colectividades están integradas por individualidades) son parte de las victorias más importantes que el zapatismo ha logrado a partir del 1994, incluso, desde la década de los 80, una revolución social y económica que acompaña a una del espíritu, sincera, libre.

Alejandro Martínez Lira


* Las imágenes pueden ser consultadas en el fotoreportaje realizado por Radio Zapatista: http://radiozapatista.org/?p=22578




viernes, 25 de agosto de 2017

Mis labios son ocaso entre el viento frío



 Mis labios son ocaso entre el viento frío
y es así que nombro tu dormir,

plumaje de luna

que’s silencio al desnudarse,

que’s suspiro que se desprende

tibiamente de la soledad y el destiempo.

¿Artemisa? No.

Aquí son otras tierras

                                    y tú otro nombre.

Aquí perforo los cristales de la noche

con una rosa de las nieves,

donde’l Anáhuac

ya no se extiende sobre’l jade,

donde de vez en cuando los ancianos

y los magos son garzas

que se pierden entre las nubes y las sombras.

Aquí,

          el sauce viejo,

ciudad que acaricia a veces tu tristeza

mientras el sol es un ave

que se quiebra’n tu cabello

y la luna

un jardín que se resbala de tu rostro.

Aquí,

          el sauce viejo,

blanca nostalgia sobre las calles,

ciudad que ya no se extiende sobre’l jade,

donde yo,

descalzo de estrellas,

corazón

vacío al viento,

m’envuelvo de grafías de locuras,

de palabras y de muertes

para dormitar,

finalmente tranquilo,

sobre la nómada anatomía de tu sueño.

Alejandro Martínez Lira 
Poema publicado en la revista de poesía Ex libris, Alicante(España), 2007, núm. 8







miércoles, 23 de agosto de 2017

Me pierdo en la garganta del insomnio

Me pierdo entre a garganta del insomnio
en la noche que levanta siglos. Mi temor
de cuerpo dividido en sombras;
los muros, mi voz, los cristales.
Mi descuido de no saber lo que pasa.

Sólo entiendo tus labios, desnudos, concretos
sobre la insalvable isla de los míos;
sólo entiendo tu carne, tus manos, la noche,
todo lo que salva a mi muerte
de morir fuera, muy afuera
de todas las fronteras de tu carne.

Se derrumba mi cuerpo sobre la noche;
mi insomnio se sabe en otros ojos, otra boca.
No hay nombres, idiomas, alfabetos,
y lo que no es tiempo es conjuro,
es mundo, entiendo, son labios:
todo lo que salva a mi muerte
de morir fuera, distante, muy afuera,
de todas las fronteras de las carne.

Alejandro Martínez Lira
(Poema incluído en el libro En la garganta del insomnio